¿Qué es la economía tecnología?

Impacto de la digitalización en la sociedad

La aplicación de las herramientas de las ciencias de la complejidad al estudio de la sociedad permite analizar fenómenos que han sido difíciles de identificar y analizar con las herramientas más tradicionales, especialmente en el campo de la Economía, que en ausencia de estas herramientas ha tendido a trabajar con representaciones relativamente poco dimensionales de la realidad. Pero la creciente disponibilidad de información más detallada de los fenómenos sociales hace especialmente útil el uso de herramientas que puedan explotar esta riqueza informativa. Esto abre nuevos y fascinantes horizontes en casi todos los campos del conocimiento de las ciencias sociales.

En economía, está ampliamente aceptado que la tecnología es el motor clave del crecimiento económico de países, regiones y ciudades. El progreso tecnológico permite una producción más eficiente de más y mejores bienes y servicios, que es de lo que depende la prosperidad.

Sin embargo, los mecanismos a través de los cuales se desarrolla, adopta y utiliza la tecnología en la producción son complejos. Su análisis más detallado puede permitir nuevas conclusiones que podrían tener importantes repercusiones en muchos ámbitos de la política, como la política científica, la investigación y el desarrollo, la política industrial y las políticas de desarrollo tanto nacionales como regionales. De hecho, el concepto de tecnología en sí mismo, así como las capacidades individuales y sociales necesarias para su desarrollo, pueden estudiarse ahora a un nivel mucho más detallado, lo que permite obtener posibles contribuciones que pueden repercutir en la educación superior, la creación de empleo y el crecimiento económico. Es evidente que existen vínculos entre la educación, la investigación y el desarrollo, la innovación y la actividad económica que forman parte del proceso que pretendemos desvelar.

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Qué es la tecnología

El crecimiento económico ha sido escaso desde hace más de una década. Esto ha ocurrido en un momento en el que las economías se han enfrentado a muchos cambios. ¿Cuáles son las fuerzas del cambio, cómo afectan a la dinámica del crecimiento y cuáles son las implicaciones para la política? Un libro recientemente publicado, “Growth in a Time of Change”, aborda estas cuestiones.

Tres ingredientes básicos impulsan el crecimiento económico: la productividad, el capital y el trabajo. Los tres se enfrentan a nuevos retos en un contexto cambiante. El principal motor del cambio ha sido la tecnología, encabezada por la transformación digital.

La productividad es el principal impulsor a largo plazo del crecimiento económico. La innovación facilitada por la tecnología es el principal acicate para el crecimiento de la productividad. Sin embargo, paradójicamente, el crecimiento de la productividad se ha ralentizado con el auge de las tecnologías digitales. En las economías avanzadas de los últimos 15 años, el ritmo medio ha sido inferior a la mitad del de los 15 años anteriores. Las empresas situadas en la frontera tecnológica han obtenido importantes ganancias de productividad, pero el impacto en la productividad de las empresas en general ha sido débil. Las nuevas tecnologías han tendido a producir resultados en los que los ganadores se llevan todo. Las empresas dominantes han adquirido más poder de mercado, las estructuras de mercado se han vuelto menos competitivas y el dinamismo empresarial ha disminuido.

Economía de la innovación

La tecnología es algo a lo que hay que resistirse. Ya sea que fomente el comportamiento antisocial, la polarización cultural o los trastornos laborales a gran escala, el cambio tecnológico es una lucha frustrante y perenne a la que se enfrenta la sociedad. Los beneficios recaen en gran medida en unos pocos oligarcas. Más existencialmente, las tecnologías digitales nos roban nuestra humanidad, ya que la automatización y el aprendizaje automático se convierten en un peligroso amo al que debemos servir.

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Al menos, esa es la lamentable impresión que pueden dar algunos críticos. Teniendo en cuenta esta sombría visión de los asuntos, es sorprendente que alguien tolere la tecnología moderna. ¿Por qué permitir cambios sociales tan traumáticos si no se consigue nada que valga la pena?

Es cierto que la antipatía por el cambio tecnológico anima muchas propuestas de limitación o prohibición total de ciertas aplicaciones de la tecnología. Sin embargo, aparte de unos pocos países, ningún gobierno prohíbe totalmente la innovación tecnológica. ¿Por qué?

La verdad es que mucha gente se da cuenta de que la innovación tecnológica, el crecimiento económico y el bienestar humano en general están estrechamente relacionados y que frenar nuestra capacidad de innovación significa poner en peligro nuestro potencial de progreso. Si no permitimos cierta disrupción hoy, nuestra calidad de vida general será mucho menor mañana.

Progreso tecnológico y crecimiento económico

Hace un año, en el aeropuerto de Oslo, facturé un vuelo de SAS. Un quiosco de la aerolínea expidió una tarjeta de embarque, otro perforó una etiqueta de equipaje, luego una pantalla de ordenador me mostró cómo colocarla y otra dónde debía colocar el equipaje en una cinta transportadora. No me encontré con ningún ser humano. El incidente no fue importante, pero me dejó la extraña sensación de que estaba fuera de la atención humana, de que algo en nuestro mundo había cambiado.

Ese cambio, por supuesto, lleva mucho tiempo produciéndose. Ha sido impulsado por una sucesión de tecnologías -Internet, la nube, los grandes datos, la robótica, el aprendizaje automático y, ahora, la inteligencia artificial- lo suficientemente potentes como para que los economistas estén de acuerdo en que estamos en medio de una revolución económica digital. Pero hay menos acuerdo sobre cómo exactamente las nuevas tecnologías están cambiando la economía y si los cambios son profundos. Robert Gordon, de la Universidad de Northwestern, nos dice que la revolución informática “alcanzó su punto álgido en la era de las puntocom de la década de 1990”. El progreso futuro de la tecnología, dice, será más lento.

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